En las últimas dos décadas, Chile ha exportado más de US$2.300 millones en semillas biotecnológicas. El país es un centro de investigación, desarrollo y ensayos de multiplicación de numerosas variedades de maíz, soja y canola genéticamente modificadas (GM) que se cultivan en todo el mundo, y ahora trabaja también con nuevos cultivos editados genéticamente. Este rol se ha desarrollado mediante una combinación de investigación científica, regulación, industria y participación de los agricultores.
Las semillas biotecnológicas desarrolladas o multiplicadas en campos chilenos se han plantado en millones de hectáreas a nivel mundial. Aunque no es ampliamente conocido, Chile desempeña un papel importante en la agricultura internacional gracias a su trabajo en la investigación, el desarrollo y la exportación de semillas transgénicas, en particular de maíz, soja y canola, así como con nuevas variedades editadas genéticamente, que se diferencian de las transgénicas en que no incluyen ADN de otro organismo. Con más de 30 años de experiencia, Chile ha establecido un sistema agrícola que atiende los mercados de contraestación en el hemisferio norte, apoya el desarrollo de nuevas tecnologías de cultivo y brinda oportunidades a los agricultores locales, según un comunicado de prensa .
“Dos palabras definen la esencia de la industria semillera en Chile: Confiabilidad y Calidad”, afirmó Mario Schindler, director ejecutivo de la Asociación Chilena de Semillas (ANPROS). “El profesionalismo del sector semillero en Chile, de sus empresas proveedoras de servicios de multiplicación de semillas, profesionales, técnicos y reguladores, actuando en sintonía, ha permitido el desarrollo en nuestro país de un campo altamente especializado y exigente, tanto a nivel técnico como regulatorio, como es la producción de semillas biotecnológicas. Esto posiciona estratégicamente a nuestro país en el suministro de estas semillas que, sin duda, han contribuido significativamente a la seguridad alimentaria mundial.
Datos del sector indican que en las últimas dos décadas Chile ha exportado más de US$2.300 millones en semillas biotecnológicas. Estas exportaciones se han utilizado para sembrar más de 50 millones de hectáreas en todo el mundo, una superficie equivalente a 100 veces la siembra anual de Chile.
Actualmente, 20 empresas, 15 de ellas chilenas, se dedican a la producción de semillas transgénicas en el país. Gran parte de esta producción se realiza mediante contratos agrícolas con agricultores locales. Esta actividad contribuye al empleo, la generación de divisas y la transferencia de conocimientos técnicos en el sector agrícola.
Biotecnología: Una Oportunidad Para Chile
En 2024, los cultivos transgénicos cubrirían más de 209 millones de hectáreas a nivel mundial, lo que representa más del 12% de la tierra cultivable mundial. Estudios indican que estos cultivos se asocian con aumentos promedio de rendimiento de alrededor del 22%, aumentos en los ingresos agrícolas de hasta el 68% y una reducción en el uso de insumos como insecticidas y herbicidas.
Se proyecta que el mercado mundial de alimentos modificados genéticamente alcance los 123.400 millones de dólares estadounidenses en 2025 y se duplica para 2035. Paralelamente, nuevas herramientas biotecnológicas como la edición genética —que se distingue de los OGM porque no introducen ADN de otros organismos— están ganando terreno. La aceptación de estas técnicas ha aumentado, y se espera que el mercado mundial de cultivos modificados genéticamente alcance los 41.000 millones de dólares estadounidenses para 2029.
Chile desempeña un papel destacado en este contexto. Todas las variedades comerciales de maíz, soja y canola transgénicas actualmente disponibles en el mundo han sido objeto de investigación de campo y/o multiplicación de semillas en Chile. En los últimos 20 años, las exportaciones anuales de semillas biotecnológicas de Chile han promediado US$120 millones, mientras que los servicios de I+D vinculados a este sector han promediado US$23 millones. La temporada alta de exportaciones de semillas transgénicas fue la de 2012/2013, con US$ 351 millones.
Además de su trabajo con los OGM, Chile también ha establecido un marco regulatorio para otras herramientas biotecnológicas. El país ocupa el segundo lugar a nivel mundial en la evaluación de productos editados genéticamente, con 52 productos revisados hasta la fecha.
Sin embargo, este liderazgo enfrenta hoy un límite: la falta de un marco regulatorio moderno y claro que acompañe la evolución de la ciencia, brinde certeza a la inversión y sustente el crecimiento del sector.
“Hoy más que nunca es necesario modernizar y mejorar nuestro marco regulatorio. Chile debe mantener su posición de liderazgo, ya que solo representa beneficios para nuestra agricultura. Lo anterior plantea el desafío de generar un entorno normativo que nos permita proyectar a nuestro país hacia la agricultura del futuro”, afirmó Schindler. Para apoyar la investigación continua y las exportaciones a los mercados del hemisferio norte, la industria ha propuesto actualizar la normativa que rige la investigación y multiplicación de semillas transgénicas, vigente desde 2001. Además, dado el creciente interés mundial en la edición genética (técnicas biotecnológicas que no producen OGM), se propone desarrollar un marco legal específico para las variedades editadas genéticamente.
“Si queremos que Chile mantenga su liderazgo mundial en esta industria, necesitamos actualizar la normativa, otorgar facultades claras al SAG y dar certidumbre a la actividad a mediano y largo plazo, lo que atraerá inversión y generará numerosos empleos de calidad”, concluye el Dr. Sánchez, director ejecutivo de ChileBio.
La inversión acumulada del sector en los últimos 30 años supera los US$150 millones y genera más de 30.000 empleos.
“Fortalecer la industria de semillas biotecnológicas es una oportunidad concreta para estimular la inversión, mejorar la rentabilidad y consolidar a Chile como líder en innovación agrícola. Esto requiere voluntad política y un enfoque colaborativo entre el Estado, la ciencia y el sector privado”, afirma Sánchez.
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