Altos precios hacen crecer las semillas

01-06-2021 12:24 PM

Melón Baby Galia cultivado para semillas en el valle de Casablanca.
Crédito: Gentileza Marta Lira

Los buenos valores del maíz y la sólida demanda externa por hortalizas orgánicas proyectan una temporada sólida para la producción y venta de semillas en Chile.

Marta Lira lleva un cuarto de siglos en la producción de hortalizas. Su centro de operaciones es el valle de Casablanca, en la Región de Valparaíso. Fue pionera en la producción orgánica para el mercado chileno. Sin embargo, su proyecto se estrelló contra una demanda local que no estaba dispuesta a pagar el costo extra que significa ese tipo de agricultura.

Hace una década, Lira tomó un camino intermedio. Una parte de su campo de 23 hectáreas, ubicado en el camino hacia Algarrobo, se dedicó a la producción de hortalizas de manera convencional. Otra parte de la propiedad la reservó para reproducir semillas orgánicas de zapallos, tomates, betarragas y melones, entre otras verduras. El producto final se embarca a Europa.

Este año trajo buenas noticias para Marta Lira. En invierno, la etapa de menor producción en el año, logró contratos para cultivar 3,5 hectáreas de semillas orgánicas para consumidores europeos y en el verano podría sembrar cerca de 6 hectáreas. Por tratarse de un trabajo muy detallista, la producción de semillas ocurre en espacios reducidos y requiere de agricultores especializados y dispuestos a invertir bastante más de lo usual por hectárea, pero con rentabilidades superiores.

“En la superficie de invierno crecimos al doble. No pudimos subir más porque nos topamos con una falta de mano de obra. Hay una mayor demanda por hortalizas orgánicas en Europa”, explica Lira.

En otros rubros semilleros, como el maíz o los cultivos forrajeros para el mercado local, también se ve una demanda sólida para el año agrícola 2021-2022.

Los resultados de este negocio son relevantes para el resto del agro. El año pasado se exportaron US$ 346,8 millones y se vendieron US$ 125 millones en semillas a nivel local. Se trata de un rubro muy exigente, donde requieren de medidas de aislación geográfica hasta trabajo manual de cada planta para lograr una correcta reproducción, que ha posicionado a Chile como un actor vital en la producción mundial de alimentos. Por otra parte, las mejoras en la genética han permitido saltos en la producción local de trigo y remolacha, entre otros cultivos.

En todo caso es un sector con realidades muy diversas, pero muestra señales más que interesantes en el nuevo año agrícola.

“En las temporadas anteriores, las decisiones de siembra se retrasaban cada vez más. Este año seinvirtió la tortilla. Lo vemos en la facturación. Hay interés por sembrar, algunos agricultores hacen pagos al contado para asegurar precio y producto. Tuvieron buenos resultados en la pasada cosecha y prefieren asegurar los insumos para el nuevo año”, sostiene Ricardo Behn, gerente de la División Semillas de Anasac.

Mario Schindler, gerente general de la Asociación Nacional de Productores de Semillas, Anpros, recuerda eso sí que el sector depende mucho del acceso al agua.

“En las últimas temporadas hemos visto un movimiento de la producción de semillas desde el centro del país hacia el sur. La industria está buscando una mayor seguridad de riego”, sostiene el dirigente.

Fuerte demanda por forrajeras

El alza mundial de los commodities se ha hecho sentir en la venta de semillas dentro de Chile. Un caso notorio es el del maíz, que se ha vuelto la vedette de esta temporada entre los agricultores, con una importante demanda por semillas. Sin embargo, más quitadas de bulla, las forrajeras también van al alza, aupadas por la demanda de la industria de la leche y la carne vacuna.

En el caso de las forrajeras, hay que distinguir dos grandes grupos: la alfalfa y el resto. La primera se produce principalmente en la zona central y el año pasado tuvo una muy buena demanda por la escasez relativa de alimentos para el ganado. Este año se prevé una superficie un poco más baja en la zona centro norte por la competencia de otros rubros, mientras que habría un aumento

 en la parte sur del Maule y en las regiones de Ñuble y Biobío. En todo caso, los movimientos que pueda haber en cuanto a siembra van a depender de cómo evolucionen en las próximas semanas los precios del maíz, un actor relevante en la alimentación de los planteles lecheros.

En tanto, las semillas de ballicas, que sirven de base para las praderas sureñas, tienen una demanda muy fuerte. Por lo menos se espera vender de manera similar al año pasado. Los canales de distribución tienen stocks muy bajos producto de la buena venta de 2020. Adicionalmente, la falta de lluvias en Los Lagos y Los Ríos hace necesario que los ganaderos siembren para reponer la masa vegetal perdida. También ayudan los altos precios que están recibiendo los productores lecheros, lo que los hace más proclives a hacer este tipo de inversiones.

En el caso del maíz, la alta demanda de China ha dejado los stocks mundiales muy bajos. Como localmente se produce menos de la mitad de lo que necesita Chile, los precios internacionales se transmiten directamente. En la última temporada los agricultores tuvieron una combinación pocas veces vista: buena producción y altos precios. Gracias a que quedaron capitalizados, este año apostarán a aumentar su superficie.

“Hay mucho interés por sembrar maíz. Creemos que la demanda por semillas de maíz podría subir entre 10 por ciento a 20 por ciento. Los altos precios del maíz mantienen interesados a los agricultores en siembra tanto para grano como para ensilaje en el sur. La única dificultad que vemos es que el precio de los arriendos de tierra subió mucho, lo que se suma al alza de los fertilizantes”, sostiene Sebastián Ojeda, gerente general de KWS Chile.

Tampoco se escapa del análisis sobre el maíz, el crecimiento que está teniendo en el sur, como complemento para ensilaje ganadero. Se estima que en la nueva temporada se deberían, por lo menos, mantener las casi 14 mil hectáreas de maíz de ensilaje que se sembraron el año pasado.

En tanto, en el caso del trigo, se prevén dos realidades. Del Biobío al norte se espera una baja en la demanda por semillas de ese cereal debido a la competencia por superficie con el maíz. Sin embargo, de La Araucanía al sur se espera que el área triguera se mantenga, pues los precios están en niveles que aseguran una buena rentabilidad.

En el caso de la remolacha, que es determinada por la demanda que fija cada año la Iansa, se espera que la superficie sembrada se acerque a las 10 mil hectáreas, con una importante concentración en la región del Ñuble. Más al sur, el cu

ltivo de la remolacha forrajera, destinado a la ganadería, podría acercarse a las 4.000 hectáreas, dados los buenos resultados de los últimos años en cuanto a productividad, que han llegado a las 30 toneladas por hectárea cuando hay riego, y al alto costo de los alimentos alternativos.

En cuanto a las hortalizas, grupo que está conformado por muchas especies distintas, se espera un año ligeramente inferior al año pasado, que fue excepcionalmente alto. La principal razón es que en la Región Metropolitana, el tradicional bastión de esos productos, el acceso al agua sigue siendo crítico.

“Se deberían necesitar semillas para sembrar unas 65 mil hectáreas de hortalizas, no muy diferente que el año pasado. En lo que sí hay cambios notorios es en la distribución geográfica. Hay un movimiento importante hacia el sur, en zonas como Los Ángeles o La Araucanía pues hay abastecimiento más seguro de agua. Se trata de productores grandes que vienen de los cereales y que tienen riego tecnificado. Ven en las hortalizas una oportunidad interesante de negocios”, sostiene Lautaro Lazo, gerente de ventas de Semillas Agrical.

Exportadores miran el clima de Estados Unidos

Brian Blackburn se mueve entre La Araucanía, donde produce semillas, y Chillán, la ciudad donde embala su producción. Sin embargo, sus ojos están puestos en Europa y Norteamérica.

Como buena parte del negocio semillero chileno, la empresa de Blackburn, SG 2000, está orientada a la exportación. Casi tres cuartos de la industria dedica sus esfuerzos a abastecer en contra estación las necesidades del hemisferio norte.

En el caso de Blackburn, su eje es la producción de semillas de hortalizas, legumbres y de oleaginosas.

“En esta época del año, se empiezan a recibir los pedidos desde el extranjero. Se ve un mayor interés, por lo menos en oleaginosas y legumbres, que son los rubros que manejo. Me parece que les falta semilla en Europa. En todo caso todavía falta para cerrar los tratos, recién hace un mes mandamos los últimos contenedores de la temporada recién pasada”, sostiene el presidente de SG 2000.

El ejecutivo explica que esta temporada tiene una dificultad adicional al momento de exportar: la falta de reuniones presenciales con los clientes extranjeros debido a las limitaciones de desplazamiento entre países. Donde más problemas produce es en la búsqueda de clientes nuevos. El negocio semillero descansa en una logística muy ajustada y en la capacidad de ambas partes de enfrentar cambios de último minuto en la demanda. Además, se requiere una gran confianza en la empresa que reproduce las semillas en Chile, pues se trata de material vegetal de desarrollo reciente y al obtentor le interesa que no se realicen copias piratas de sus avances.

“El tema de garantizar la confianza con un cliente que nunca has visto en persona es más difícil”, reconoce Brian Blackburn.

De hecho, uno de los grandes desafíos que ha traído la epidemia de coronavirus para la industria semillera ha sido generar reportes detallados para los clientes extranjeros.

“En nuestro caso, utilizamos mucha tecnología remota para entregar información relevante. Antes nuestros clientes nos visitaban una vez al año. Como empresa tenemos el 100% de nuestros campos vigilados por satélites. Se puede ver el desarrollo de los campos día a día desde cualquier lugar del mundo”, explica Winston Colvin, gerente general de South Pacific Seeds.

¿Y qué pasa con la demanda en la nueva temporada exportadora de semillas?

Algo similar al mercado interno, en que la gran novedad viene del lado del maíz. Su peso en la industria semillera chilena es inigualable, el año pasado se exportaron US$ 99,5 millones en ese grano.

Las empresas que reproducen semillas en Chile para suplir la demanda del hemisferio norte están a la espera de ver qué pasa con el clima en Estados Unidos. Si se registran problemas, aumentan las posibilidades de que se requiera producir más semillas en este lado del mundo.

En todo caso, todo parece indicar que la demanda irá al alza. De hecho, de manera inédita, algunas empresas semilleras están arrendando campos para ellas realizar la reproducción, como una forma de asegurar superficie ante la pelea que les darán en maíz de grano.

Hay que tener en cuenta que la producción de semillas requiere de aislación geográfica, que en el caso del maíz tiene que ser por lo menos de 300 metros mientras que en el caso de los girasoles llega a 3 kilómetros, de un cultivo similar para evitar la contaminación con genes no deseados.

En el caso de las hortalizas hay que estar atento a la evolución del clima en California. Esa región de Estados Unidos, que es el principal abastecedor de frutas y verduras de ese país, está enfrentando una sequía histórica. Por el momento, se espera una mayor demanda por semillas de pepinos y zapallos. La lista de encargos para reproducir en Chile, en todo caso, podría aumentar si la falta de agua se agudiza.

Colvin recuerda, que más allá de las variaciones anuales del resto de la industria, la necesidad de semillas orgánicas de hortalizas crece de manera constante.

“En la última década la demanda por ese tipo de semillas no ha dejado de crecer. De hecho, tenemos un déficit de agricultores para abastecer la necesidad que existe. Debería producirse una alianza con la agroindustria y los comercializadores de hortalizas frescas para fomentar un aumento de la superficie”, sentencia Colvin.

 

Fuente: El mercurio Campo https://www.elmercurio.com/Campo/Noticias/Noticias/2021/06/01/revista-campo-altos-precios-semillas.aspx